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1000 palabras
Cristina Palacio
Sergey Maxisimishin
- ¿ValÃa la pena?
Era todo lo que se preguntaba todas las noches al sentarse delante de los focos, aquello que con tanta ansia habÃa perseguido hasta haber llegado al punto de replantearse sus propios intereses.
- ¿ValÃa la pena?
HabÃa dejado todo. HabÃa dejado a su familia. HabÃa dejado su hogar. ¿Qué más daba? Se habÃa construido otra. ¿HabrÃan sido sus pensamientos diferentes en otras situaciones? Definitivamente, el resultado habrÃa sido el mismo. Él lo sabÃa. QuerÃa hacer eso. Muy, muy dentro de él, sabÃa que habÃa sido concebido para aquello. Para hacer felices a otras personas.
¿Que más daba si valÃa la pena o no? Él era feliz haciendo lo que hacÃa. ¿No es eso a lo que todo el mundo aspira? ¿No es ese el significado de todo lo que hacemos? ¿Nuestro más amado fin? El encontrado en tan diferentes situaciones. Él sabÃa que lo habÃa encontrado. Esa sensación en el pecho al oÃr esa caracterÃstica música. Al oÃr todas y cada una de esas risas. Al ver esas sonrisas con pocos dientes de los niños que vienen a ver el espectáculo. En todos esos ojos brillantes expectantes a su próximo movimiento. Ése era el significado de su existencia, de por qué él estaba ahÃ. Y es que con ese pegajoso maquillaje, esos ridÃculos pantalones y esas coloridas camisas, él era capaz de recrear esa sensación en el pecho a otra persona. Y eso ya de por sà conseguÃa crear un vÃnculo entre ellos que le hacÃa salir cada noche para volver a sentirlo, sentir esa magia del espectáculo. ConseguÃa hacer felices a personas con distintos pasados, diferentes realidades, problemas ocultos y plastificaba sonrisas en esas caras. VivÃa para ese momento. Y no se imaginaba una vida dedicada a un fin distinto.
- ¿ValÃa la pena?
A pesar de la felicidad que le proporcionaba, no habÃa forma de saberlo. Lo único que tenÃa era esa existente realidad. ¿HabrÃa alguna forma de saber si habÃa alguna otra manera de conseguir esa plenitud sin arriesgar su existente felicidad? Era para él suficiente para él ese instante o lo arriesgarÃa todo para doblar sus intenciones, o sacrificar todo lo que tenÃa? Mientras todos estos pensamientos se le pasaban por la cabeza, se quedó dormido en la silla.