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             1000 palabras

Olaya Callejón           

  

 

      Las nuevas tecnologías, esos aparatos que están haciendo del mundo un lugar mejor y de las personas unos seres más distantes y dependientes. Ésta es la historia de una mujer, asiática, para ser exactos, con la piel pálida y el cabello oscuro, cortado de una manera singular y con el flequillo corto. Pero la historia no sólo afecta a ésta mujer, afecta a toda la sociedad que la rodea.

 

      Ella vivía en una gran ciudad, esa ciudad era maravillosa, con altos rasca cielos, grandes calles… y ese gran ‘pero’ que todas las cosas tienen. El ‘pero’ de ésta ciudad era una sociedad demasiado dependiente. Una sociedad incapaz de tomar una decisión sin consultar internet o su teléfono móvil. Si querían comer algo tenían que consultar en internet qué debían comer y dónde. Pero fue llegando cada vez a más, ya no sólo era consultar en su teléfono móvil qué debías comer, si no que el simple hecho de hablar y comunicarte oralmente, cara a cara, con otras personas había desaparecido. Ya nadie iba a una cafetería por las mañanas y le pedía al camarero amablemente que le pusiera un café recién hecho, nadie daba los buenos días por la mañana, ni las buenas noches al final del día.

 

       La mujer asiática no estaba de acuerdo con ésta extraña sociedad en la que estaba atrapada o eso creía ella. Ella recuerda que cuando era pequeña vivía en una pequeña casa a las afueras de la ciudad con sus padre y sus hermanos, recuerda que tenían un par de jaulas con pequeños pájaros en su interior, recuerda despertarse con el sonido del cantar de los pájaros por la mañana, el olor a pan recién tostado y la risa de sus hermanos junto con toda su familia desayunando felizmente. En cambio, ahora, se despertaba con el ruido de los cláxones de los coches y a penas veía a su familia, ya que sólo se comunicaban a través de mensajes de texto y pensaban que con eso era suficiente. Ella se preguntaba qué habrá sido de aquellos pájaros enjaulados ¿seguirán allí? ¿se habrán escapado? ¿serán libres? Libres…hacía mucho tiempo que no pensaba en esa palabra, recuerda cuando todo el mundo era libre, libre de pensar lo que quisiera y de querer lo que pensaba. Lo echaba de menos.

 

          Una mañana, al despertarse de nuevo con el ruido de los coches, se levantó de su cama y cogió su teléfono móvil para consultar qué debía hacer hoy y dónde tenía que desayunar, pero antes de encenderlo se quedó pensando, ella no quería seguir viviendo así, no que todas sus decisiones fueran tomadas por una pequeña máquina que incluso era más pequeña que su propia mano. Así que soltó el teléfono, se vistió con la ropa que ella quiso y salió a la calle en la dirección que ella tomara. En la esquina de una calle vio una pequeña cafetería, entró en ella y vio unas cuantas personas, todas en silencio, desayunando, y todas y cada una de ellas con un aparato electrónico entre sus manos. La mujer, decidida, se acercó a la barra, miró al camarero y dijo:

-Buenos días.

               Chang - Chieh    

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